En el taller que el pasado fin de semana realizó en Dharmadhatu el profesor Valentino Giacomin participaron dos niños de 8 años y una niña de 5 que se transformaron en pequeños pensadores. No creo que olviden nunca esta experiencia. Estaban tan sorprendidos con las preguntas que les lanzaba Valentino —¿En qué estás pensando? ¿De dónde vienen tus pensamientos? ¿Quién los crea?—, que permanecieron expectantes y atentos durante las cuatro horas que duró la sesión inicial. Expusieron unas reflexiones profundas que ni sus propias madres, allí presentes, imaginaban en ellos. Al acabar, se abrazaban. No querían irse.
El profesor logró captar su interés porque se dirigió a su esencia, a su mente natural, y ellos se sintieron interpelados, al igual que el resto de participantes en el curso. Valentino es impulsor del Proyecto Alicia, con el que desde hace más de 30 años desarrolla en India su visión de Educación Universal, un sistema ideado por Lama Yeshe, basado en el autoconocimiento, la comprensión de la realidad y el desarrollo de la atención profunda como fundamento de valores universales y vehículo transformador. En las tres escuelas que dirige en distintas ciudades indias participan 1.200 alumnos de diversa extracción social y familiar.
Valentino habla desde la experiencia y lo hace de forma sencilla pero altamente efectiva. Todo lo que experimentamos parte de nuestra mente, no del exterior, expresó de forma variada y múltiple durante los dos días que duró el taller. Los manifestantes que quemaban contenedores en las calles de Barcelona durante los días en que Valentino permaneció en la ciudad —cuyas imágenes observó noche tras noche por televisión—, no eran un problema externo a nuestra mente, sino el producto de nuestro pensamiento, repitió, cuidando que a todos nos quedara claro. Y lo dibujó. “En este momento, ¿dónde están los catalanes?”, preguntó mientras trazaba en la pizarra una cabeza en cuyo interior abundaban unos diminutos personajes. “Aquí”, señaló.
Nuestra mente, dijo en otro momento, es una habitación en desorden que mantenemos a oscuras. Cada vez que entramos en ella, tropezamos. “Hemos de conocerla —dijo—. La mente desconocida nos está llevando adonde quiere. Hemos descrito muy bien el cosmos, pero no sabemos nada de nuestra mente. Y no la dirigimos.”
La agresividad en las aulas, la falta de atención o el fracaso escolar son consecuencias de un mismo error de perspectiva, considera Valentino. Si los niños aprenden a desarrollar atención —cosa que demostró que es posible mirando fijamente la llama de una vela— se convierten en dueños de su pensamiento y por tanto de sus emociones y comportamiento. Sugirió transformar a los pequeños más agresivos en líderes al cuidado de los más atacados. “Si en la vida hay sufrimiento, algo falla en el pensamiento, que es el que dirige nuestras vidas”, concluyó.
ÀngelsG.
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